Las noches en vela,
mirando las estrellas que adornan el techo
de una cama maltrecha,
de un exceso de cocaína,
morfina del alma y sal en la herida.
Los días a oscuras,
escondidos en un pub de carretera
con miles de luces de colores,
con alcohol adulterado,
bailes de fantasmas ausentes,
canciones de muertos vivientes.
Las mañanas a tientas,
con desayunos a destiempo,
de café con leche y azúcar,
de resacas de sueños,
bollería industrial que alimenta el cuerpo.
Las tardes en suspensión,
buscando la estela del vuelo de un diente de león,
de besos con sabor a menta,
de sexo en azul,
mar en calma para el huracán.
Los vicios compartidos,
creando caminos en el cielo,
con mis letras y tu melodía,
mi hambre y tu comida,
mi pulso y tu respiración
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