Recuerdo con cariño y añoranza las noches en las que leía en la cama todo lo que pasaba por mis manos, escondido a veces con una linterna para que no me metieran bronca por la luz. Devoraba casi cualquier género, sumando escenarios, personajes y aventuras a mi vida. En los albores de una adolescencia incipiente, detengo mi atención en gestas medievales, en combates por la libertad y el honor, y, cómo no, en romanceros. Inevitablemente, llegan las cartas de Cyrano …