Te echo de menos, no podría decir cuánto. El dolor es tan intenso que siento que en cualquier momento me romperé en mil pedazos. Pero todo sigue, mi corazón aún late y el día sigue fiel a su costumbre de sustituir a la noche en su eterno baile de encuentros fugaces, en los que apenas tienen un instante para reconocerse en la distancia insalvable que los separa. Les envidio, a sol y luna. El universo aún les regala dos efímeras …