Si pudiera sostener el mundo con su cielo y su infierno en mi mano. Aunque pudiera mecerlo únicamente con un dedo. Maldita sea, si pudiera levitar sobre mi meñique toda esa realidad conteniendo las estrellas del Firmamento y las llamas del Averno, lo hubiera soltado al verte. Y no me hubiera detenido a preocuparme por cómo las constelaciones chocan contra la cúpula celestial en la caída, cómo las llamas del tártaro lo devoran todo hasta reducirlo a cenizas, cómo las …