Has tenido mucha suerte, más de la que realmente imaginas. Sí que la has tenido, sí, porque has ido a dar con un antiguo: uno de esos tipos que aunque vista de sport y tenga smartphone como todo el mundo, le da más importancia a quien tiene delante que al puñetero teléfono que le reclama con insistencia. Un tipo raro de esos que lleva dentro a un clásico con principios algo arcaicos. Y eso, aunque no lo sepas, te salva.
No traicionaré tu confianza por mucho que tú te hayas ciscado antes en la mía. No me pondré al nivel exhibido, y el mayor castigo que podrás recibir de mí será la indiferencia de dejarte vivir a tu modo pero sin que sepas absolutamente nada más de mis procederes. De todo ocaso vuelven a nacer amaneceres y de todas las personas se sale.
No molestaré más tus merecidos y justos descansos. Jamás me gustaron los “o conmigo o contra mí” y tengo la suficiente intuición para saber cuándo y cómo estoy resultando incómodo, así que, captada tu frialdad, dejaré de ser un problema. El silencio es un regalo hermoso y subestimado que me encanta obsequiar a los desagradecidos.
No buscaré más explicaciones a aquello que no las tiene. Las explicaciones son absurdos justificantes para personas que (por lo general) no desean entender realmente lo que pasa, y que no están dispuestas a ser comprensivas con lo ajeno. Prefiero no pedirlas para no tener tampoco que darlas. Justificarse lleva implícita una acusación que nadie desea recibir.
No me marcharé haciendo aspavientos y dando portazos. Suelo llegar serena y discretamente a los sitios y a las personas, y tal y como llego me marcho, procurando (siempre que puedo) dejar un buen sabor de boca en quienes comparten su tiempo conmigo. Hay gente que no deja lugar a una cordial despedida, pero aún así, mi intento de que eso sea lo natural siempre estará sobre la mesa. Agradezco mucho el tiempo que se me dedica y lo hago otorgando amabilidad en el adiós.
No renunciaré al papel de “malo” oficial que quieras adjudicarme. El pequeño siciliano que llevo dentro está más que acostumbrado a ser el culpable de todos los tiroteos, el acusado de instigar hostilidades y el condenado sin juicio justo, así que sabré asumir el rol que me asignes si de esa manera te sientes mejor y dejas que tu conciencia duerma más tranquila. No obstante te diré una cosa: a veces la conciencia es una gran mentirosa.
No te guardaré rencores eternos. Los reveses que te hacen madurar también enseñan a darle relativa importancia a cosas y personas, y por mucho que ocasionalmente duelan las insanas actitudes con las que uno se topa, sé de sobra que el tiempo hace su labor de erosión y desgasta las aristas de los daños hasta hacerlos desaparecer de tal forma que, al final, sólo queda un pequeño cauce de simpática nostalgia donde un día corrió un agitado caudal de sentimientos. Soy más de noches enteras que de medias noches, y me quedo con las primeras.
No mentiré a la hora de perdonarte. No me valen las disculpas masculladas sin más remedio. Hay cosas que son difíciles de entender, pero para tener el alma en paz es necesario disculpar de corazón las equivocaciones ajenas. Me gustaría que lo hicieran conmigo, así que yo procuro practicarlo con los demás aunque no siempre lo consiga: soy humano. Esta capacidad es lo mejor que me ha aportado la Fe.
No ignoraré mis errores y me excusaré por ellos siempre que enfrente halle la misma disposición. Soy “Don Corleone”, no “Don perfecto” y tampoco pretendo serlo. Intento hacerle la vida agradable a quienes (de alguna manera) me acompañan, pero reconozco mis limitaciones e incapacidades. Algunas podré corregirlas y otras no, pero ten por seguro que siempre procuro meter la pata lo menos posible. Quedarse con lo mejor de los demás me hace más feliz: te lo recomiendo.
No resultaré una carga gratuita para nadie, pues en cuanto detecte que me convierto en ese lastre del que todos nos quejamos seré el primero que ponga punto y final a la situación. No estoy por la labor de añadir trabajo a quienes ya tienen bastante con ellos mismos habituados a ahogarse en sus vasos de agua. Si no puedes con tu orgullo y con mi peso te aliviaré encantado la tara.
Así que fíjate si has tenido suerte: sí que la has tenido, porque por mucha cerveza que hayamos bebido, mucho sexo que nos hayamos practicado, muchas letras que hayamos leído, muchas velas que hayamos soplado, muchas risas que nos hayamos arrancado, muchos reproches que nos hayamos regalado, muchas olas que hayamos saltado, muchos insomnios que nos hayamos dedicado, muchos paseos que hayamos compartido, muchas tristezas que hayamos llorado, muchos versos que hayamos recitado, muchos besos que nos hayamos devorado, muchos silencios que nos hayamos tragado, muchas intimidades que hayamos confesado, muchas mentiras que hayamos soslayado, mucha paciencia que hayamos exprimido, muchas canciones que hayamos bailado, muchos abrazos que nos hayamos apretado, muchas penas que nos hayamos consolado, muchas traiciones que nos hayamos perpetrado y mucha vida que hayamos consumido, para este chapado a la antigua, la discreción y el respeto hacia quienes de alguna manera fueron parte de mí lo son todo… y mis labios están sellados.
Visita el perfil de @DonCorleoneLaws