He perdido tantas veces que ya ni siquiera llevo la cuenta.
Personas que se fueron negándose a volver o mejor dicho, negándose a quedarse en una vida que ahora está patas arriba.
Trenes a los que no me subí pensando que quizá llegarían otros mejores y algún otro que dejé pasar al verme tan pequeña que no me veía capaz de lograr subirme en él.
Tiempo que dediqué a quienes no supieron valorarme y a construir castillos que se vinieron abajo en cuestión de segundos.
Perdí, claro que perdí, pero también conseguí ganar.
Gané seguridad en mí misma, gané personas que me mostraron que merecía la pena seguir creyendo en todo por lo que siempre había apostado, en mí misma y en esa infinidad de valores que me habían llevado a ser quien soy ahora.
Lo que gané
al saber perder
era que perdiendo
también podía ganar.
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