Podría hablar de como andaba descalza y de puntillas por sus días para no romperlos, y de cómo sin tener agua ni tierra se convirtió en mi mundo.
Podría hablar de la valentía de nuestros pies tropezando a propósito para encontrarse, de que nunca me gustaron las despedidas o de como te regalé mi vida a pesar de tener el cuerpo agujereado.
Podría hablar de tu crimen perfecto y mi tendencia suicida a escribirte, de que al hacerlo estaba probando suerte jugando con mi corazón a la ruleta rusa sólo para ver si en una de esas balas volaba mi cabeza.
Podría decirte también que ya no me caben más heridas ni daños colaterales después del último atentado, que te cedí la totalidad de mi corazón y lo terminaste destrozando.
Podría hablar también de lo mucho que te escriben todas, pero a ver quién tiene los huevos de quererte sin excusas de por medio.
Vaya mierda que estoy escribiendo, se me atragantan los peros y los motivos para seguir un día más declarándote la guerra o el amor a partes iguales.
Pudiendo escribir de todo esto y sabiendo que tengo que escribir una despedida, mi corazón cariño, se niega a hacerlo, lo lamento, no sé ser sin ti.
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