La catedral del miedo – @DeNegraTinta

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De las calles se han levantado más que escombros y polvo. A once días del sismo del 19 de septiembre reconocemos que nos han movido mucho más que la tierra que pisamos. Nos han cimbrado la vida,

Hemos escuchado un sin fin de historias llenas de dolor, de heroísmo; visto cientos de imágenes de destrucción, también de esfuerzo desmedido. Reconocido en propios y extraños la ilimitada capacidad que tiene el ser humano de solidarizarse sin reservas o prejuicios.

En nuestra tierra — Reconstrucción— es hoy una palabra con más de catorce letras y muchísimos significados.

Testigos de la tragedia, correspondimos a la catástrofe con trabajo y generosidad apilando por montones ayuda, empatía y esperanza. Hemos sufrido por las familias afectadas, llorado por los ausentes, orado por ellos y por las decenas de almas que en su afán de rescatar han arriesgado y perdido la vida y la integridad.

Para el mundo México se convirtió en la Catedral del miedo y para nosotros los Mexicanos en el milagro de un nuevo comienzo cimentado por las manos y acciones de sus habitantes de todas las nacionalidades y creencias.

Finalmente despertamos después de años de oscuridad para darnos cuenta de que aquí todo es luz. Nos hemos reencontrado en cada esquina, abrazo y gesto de nobleza desinteresada. Somos un antónimo del desastre, un reflejo de la fuerza acumulada desde las entrañas de un país que no es solo un país sino un universo de maravillas.

Se avecinan tiempos difíciles para los que lo han perdido todo, también para los que no. Pidamos recuperar  la tranquilidad aún sabiendo que los días y las noches no serán lo que fueron, las horas tampoco a pesar de ser marcadas por el reloj que todos conocemos. Hoy pedimos más vida que tiempo, Digamos «buenas noches» esperando días mejores.

Tener miedo, sentirlo, está bien. Que este sea un motivo para valorar lo mucho o poco que tenemos, para entender que la vida continua, que es un regalo al igual que cada una de las personas que nos rodean, acompañan y apoyan en los momentos más importantes, también en los más difíciles. Enfoquemos nuevamente nuestra atención hacia las cosas cotidianas resaltando sus bendiciones y grandeza.

Hoy somos más que puños en alto pidiendo silencio para hacerse escuchar, somos brazos que tejen cadenas de vida y cobijas con bolsas del supermercado, somos pisadas y pasos que abren camino entre las ruinas. También mujeres, hombres y niños respirando nuevas oportunidades.

Que esto que nos ha movido desde lo más profundo sea razón para continuar sin dejar de repetirnos que todo va a estar bien, prometiéndonos que lo estará por la única razón de sabernos México.

 

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