Despedirse y no olvidar, olvidar y no despedirse – @EvaLopez_M + @GraceKlimt

Eva López @EvaLopez_M, @GraceKlimt, krakens y sirenas, Perspectivas

«Para decir adiós
he tenido que arrancarme
las cláusulas
a tiras».

Ana Pérez Cañamares

 

La cabeza reposa, tranquila, sobre el cañón de la pistola, aún caliente. Un cigarrillo incandescente aporta el humo a la escena. La mujer, aún vestida con medias de seda negras y zapatos de aguja, observa, sentada en un rojo sillón, el charco de sangre que la cabeza del hombre crea a sus pies…

En ocasiones,
despedirse no basta,
y se hace necesario borrar.

La noche. Ha sido de nuevo la noche. Las sombras sobrevuelan la habitación y mi cabeza, como pájaros ardientes. Yo qué sé. El humo del cigarro y del cañón se mezcla con la sangre. La herida. La sangre. Ha sido de nuevo la sangre. Rojo. Hierro. Muerte. La muerte. Ha sido de nuevo la muerte.

Despedirse y no morir.
Para no olvidar después.
Jamás.

Silbo. Sólo sé el idioma del susurro. Atravieso el aire, me convierto en velocidad. Mi frío invade la carne. Diminuta, pequeña, discreta. Letal. Soy la eterna inesperada. La sorpresa en sus ojos. El calor palpitante en sus manos. El silencio que huele a fuego. El adiós, cuando puedan.

No tengas miedo al olvido,
que yo te acuno,
en mi abrazo mortal.

Este silencio sepulcral. Esta orilla ahogada. Esta puta soledad. Esta jaula abierta. Esta sonrisa hueca. Esta mentira muerta. Esta oscuridad estrellada sobre un cielo de luna nueva.

Esta despedida sin lugar.
Este principio sin acabar.
Este olvido sin olvidar.

Volverse estatua. Mármol helado. Cuerpo inmóvil. Desnudo de dudas. Despojado de ropa. Liberado de mundo. Perdido por siempre en un instante. Dedos crispados. Besos perdidos. Orgasmo sostenido. Una pequeña muerte. Ella fumando. Yo soy eterno.

Prende la vida,
que se escapa,
sin poderlo evitar.

… Ha convertido en cenizas la mujer, rota a gritos, del espejo.
Ha guardado bajo candados,
aun con sus huesos rotos,
el precario equilibrio del mundo.
Ha derribado el muro
que levantó,
a fuerza de insultos,
en su orgullo.
Ha escapado del ensordecedor ruido.

La pared aún tiembla, mientras ella se pone en pie sobre sus tacones y sale del miedo.

La cabeza alta.
Las palabras mudas.
El corazón de hielo se ha fundido derritiendo a su paso el invierno.

Por fin.

Se ha hecho el silencio.

Ha matado al recuerdo.

 

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