Disculpa, es que se me está saliendo por la boca el corazón.
Entenderás lo complicado que se vuelve hablar cuando tienes la garganta llena de latidos, y el maldito órgano vital que asciende intentando escapar de ti.
Sí, es normal que estés un tanto extrañado, no es lo esperado que ocurra algo tan extraordinario en un cuerpo donde nunca pasa nada.
Ya ves.
Soy más de lo que creías.
Selva virgen.
Territorio inexplorado.
La isla del tesoro que marcaba aquel viejo mapa que alguien dejó descuidado en algún rincón de un desván olvidado.
Un nuevo mundo por conquistar.
Y ahora qué.
Cómo se vive con ésto.
Qué hago, dime, me amordazo y la retengo toda dentro, coloco las manos en forma de pequeño cuenco para recibir la vida que amenaza con salirse de mí a borbotones como si fuese un pequeño polluelo indefenso, o la dejo brotar sin control.
Me siento recién nacida.
Tengo que volver a empezar de cero.
A mí no me mires, la culpa es tuya.
O suya.
O de aquel.
Yo sólo soy lo que siento.
Y ahora debo desaprender todo lo que sabía, borrar los nombres, las imágenes, las fotografías, los recuerdos, los miedos, las mentiras, los números, el cielo, las dudas, los te quieros, los gestos, las peleas, la historia, las promesas, los planetas, las tragedias, los monstruos, las esperas, la ciencia, las preguntas, el lenguaje, los sueños, las carreteras, los sonidos, los viajes, la música, las condenas, los fantasmas, los kilómetros, los sabores, el universo, las certezas, los colores, las caricias, la tierra, los adioses.
Sujétame al mundo que se tambalea, y vuelve a enseñarme como se usan las palabras.
O es que no ves que se me está saliendo por la boca el corazón.
[ Escucha el texto en la voz de @Caleienlasnubes ]
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