Dio el último sorbo al vaso de whisky y pensó que esa noche no terminaría como solía ser habitual. Sentado en el borde de la cama, con la cabeza entre las manos, pensando si su cadáver quedaría más bonito con un disparo o con dos. Por justicia poética con lo ocurrido debían de ser dos, pero lo imposibilitaba el asertárselos uno mismo. Dejó el vaso y asió el arma. Y en ese momento oyó unos pasos acercándose: -«Papá…» Escondió el …