Fue un sabado extrañamente soleado y caluroso de Marzo el que lo conocí.
Él tenía un poderoso don, al menos eso me gusta seguir pensando. Y es que con sus claros y cristalinos ojos azules es capaz de verte por dentro.
Es capaz de a simple vista notar los pulsos de la sangre recorriendo tus venas. No importa lo floja y vaporosa que sea tu camisa e intentes esconder las pocas curvas de tu cuerpo, él las verá y estará dispuesto a estrellarse en ellas.
Ya podía esconder todas las imperfecciones que muestra mi rostro tras una cuidada capa de maquillaje. Él iba a besarme despacio cada una de las cicatrices.
No importaba lo que yo quisiera esconder en aquella primera cita, en el fondo, todo lo que le dejase ver iba a ser solo fachada.
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